Youtube da para todos los gustos, de Hermética pasamos a Gagliardi. Si ustedes me permiten y para quien le guste escuchar.
EL CONSCRIPTO de
Héctor Gagliardi
Le sucedió a fulanito, el nombre no viene al caso,
de veinte años escasos, de presumir el mocito,
y a pesar de los escritos, que presento un abogado,
por un año lo mandaron, a vestirse de conscripto...
La madre se desmayó, y las hermanas lloraron,
el día que comprobaron, que el doctor no lo salvó,
y él que siempre se peinó, con jopo y a dos cepillos,
le pasaron el rastrillo, y sin melena quedó...
Empezó a comprobar, de que el sol sale temprano,
y un matecito en la mano, para poder despegar,
nadie lo viene a cebar, porque alla no esta la vieja,
que te acaricie la oreja, para hacerte levantar...
Se le acabó la carne dura, y que esto me hace mal,
y que tiene poca sal, y a mi no me den verduras,
porque apretar la cintura, un día se puede hacer,
pero al trote y sin comer, se terminan las posturas...
Allí aprendio que el teniente, no es uno de bigotitos,
que pasa con el autito, para ver a la de enfrente,
porque ese de repente, con el grito !cuerpo a tierra!,
hasta Colón te recuerda, descubriendo el continente...
El no estaba acostumbrado, a tener que obedecer,
y menos tener que ser, el petizo de los mandados,
pero sargentos y cabos, le sacaron en tres días,
la vagancia que tenía, en el cuerpo acumulado...
El sol le tostó la cara, y de tanto !sobre el hombro!,
fue notando con asombro, que el fusil ya no pesaba,
las manitos delicadas, se le tornaron callosas,
y hacía sonar las baldosas, cada vez que se cuadraba...
Poco a poco entro a querer, hasta el sargento primero,
y fué el teniente un compañero, que lo hacía obedecer,
sin hacerle comprender, de que era un superior,
y sin notarlo, sintió cariño por el cuartel...
Y fue una tarde, cualquiera, que volviendo del campito,
traspirado, tostadito, y levantada la visera,
sintió nacer esa fiera, que escondemos en el pecho,
cuando en el mastil derecho, vio flamear nuestra bandera...
Es que a veces no podemos, expresar nuestro sentir,
porque es difícil medir, hasta donde la queremos,
pero por dentro sabemos, que hasta el alma se agiganta,
cuando pasa azul y blanca, con los colores del cielo...